México: Los encantos de El Petacal

 

 

“La embestida del capitalismo neoliberal no sólo ha promovido procesos muy amplios de destrucción y acaparamiento de las riquezas naturales y de la riqueza social de mundo, sino que también ha impulsado un proceso generalizado de despojo de la dignidad humana y destrucción de subjetividades, ha opacado el horizonte histórico de las colectividades y ha puesto en suspenso la posibilidad misma de una vida digna para todos los pueblos del mundo.”

Con admiración y agradecimiento

para la Red en Defensa del Maíz

 

1. A mediados del 2013 conocimos las comunidades de San Isidro y de La Puerta de El Petacal, ubicadas al sur del Estado de Jalisco en los municipios colindantes de San Gabriel y Tolimán respectivamente.

Disfrutamos de la amable hospitalidad de la gente de San Isidro y de Alista a propósito del acompañamiento que realizamos de los trabajos de visibilización y denuncia que pueblos y comunidades de afectados, así como víctimas en general de la violencia estructural que azota al país, han desarrollado en el marco de las actividades del Capítulo México del Tribunal Permanente de los Pueblos.

Durante la Preaudiencia, organizada por el eje temático “Violencia contra el Maíz, la soberanía alimentaria y la autonomía”, intitulada “Territorialidad, subsistencia y vida digna”, se presentaron casos y testimonios que evidenciaron los mecanismos que le han servido a las empresas privadas, en contubernio con instituciones gubernamentales y algunas universidades públicas y privadas, para atentar contra el territorio y los medios de subsistencia, pilares de la resistencia y la defensa popular de la vida digna (Silvia Ribeiro, El llano en nylon, visible aquí).

La embestida del capitalismo neoliberal no sólo ha promovido procesos muy amplios de destrucción y acaparamiento de las riquezas naturales y de la riqueza social de mundo, sino que también ha impulsado un proceso generalizado de despojo de la dignidad humana y destrucción de subjetividades, ha opacado el horizonte histórico de las colectividades y ha puesto en suspenso la posibilidad misma de una vida digna para todos los pueblos del mundo.

El comité dictaminador “constató los múltiples agravios y afectaciones brutales que empresas y distintas instancias y órganos de gobierno del Estado mexicano han permitido y desplegado en contra del interés público, de las condiciones y la calidad de vida de la población, de sus formas de convivencia y de sus medios de subsistencia, a través de diversos mecanismos institucionales y de hecho.” (Dictamen de la Preaudiencia Territorialidad, subsistencia y vida digna del Capítulo México del Tribunal Permanente de los Pueblos, visible en http://www.tppmexico.org/).

2. Una de las denuncias anónimas que se presentaron en la Preaudiencia fue la de La Puerta de El Petacal, lugar donde las empresas Nutrilite y Monsanto establecieron diversas estaciones y haciendas, incluido un rancho con certificación orgánica en el que se cultivan, cosechan y procesan plantas de exportación, así como múltiples viveros para la siembra experimental de cultivos como chile, aguacate, melón, sandia y pepino, hasta donde puede verse.

Nutrilite presume de ser la única empresa de la industria de las vitaminas y los suplementos alimenticios que posee cuatro ranchos en los que cultivan de manera orgánica sus propias frutas, verduras y hortalizas. En las 642 hectáreas del rancho El Petacal, los 364 trabajadores de Nutrilite cultivan y procesan alfalfa, berro, brócoli, espárrago, espinaca, gotu kola, kale, mandarina, limón, nopal, orégano, perejil y toronja, así como otros cultivos para pruebas de investigación sobre sus contenidos de fitonutrientes, antioxidantes e ingredientes activos (Amway produce productos orgánicos desde su Rancho Nutrilite, visible aquí).

Las más de mil toneladas de materia prima para los suplementos que produjo el rancho en 2012, y que se enviaron a California para ser comercializadas por más de sesenta mil emprendedores, justifican la inversión de Amway por 185 millones de dólares para construir cuatro centros de operación en los Estados Unidos para la producción y procesamiento de vitaminas y suplementos de Nutrilite (El Rancho Nutrilite en Guadalajara, Jalisco, visible aquí).

El gran orgullo del rancho El Petacal, no obstante, es el Centro Comunitario Nutrilite, donde se desarrollan varios programas educativos de ayuda para niñas, niños y adultos mayores, así como talleres que benefician a las familias de las comunidades de El Petacal, Alista y La Tinaja. Asimismo, como parte de su responsabilidad social corporativa y más allá de los límites geográficos de El Petacal, Amway patrocina programas de salud y nutrición y dona sus productos para combatir la desnutrición infantil en beneficio de comunidades indígenas y niños que viven en zonas de alta marginación (En Jalisco, los cultivos orgánicos son base de suplemento alimenticio, visible aquí).

3. La Puerta de El Petacal es un pueblo cercado por ambas empresas. Desde el inicio hasta el final de su calle principal se observan estaciones, haciendas y sembradíos de Nutrilite y Monsanto. Este cerco se complementa con el aislamiento que las autoridades mexicanas le impusieron al emblemático cerro que alberga en sus faldas a la comunidad que lleva su nombre.

En su carácter de “empresas socialmente responsables”, Nutrilite y Monsanto “han favorecido a la población vecina” colaborando con las autoridades municipales en la construcción de un jardín de niños y del ya mencionado Centro Comunitario “Neil J. Brophy”. El jardín de niños de Monsanto tiene la cualidad de estar rodeado por los campos de esta mega empresa del agronegocio mundial, además de que se sitúa encima de su desagüe.

 

De los sembradíos ubicados en esta región ninguno cuenta con información dentro del Registro Nacional de Bioseguridad de Organismos Genéticamente Modificados de la Comisión Intersecretarial de Bioseguridad de los Organismos Genéticamente Modificados (CIBIOGEM), ni en las solicitudes ni en las resoluciones ni en los avisos de utilización confinada. En todo el Sistema Nacional de Información, en sus 8 rubros, no aparece nada sobre cultivos distintos al maíz, la soya y el algodón, es decir, no incluye los pepinos, sandías, melones y calabazas que pueden verse en el cementerio transgénico ubicado en el patio trasero de Monsanto. Adicionalmente, en la zona de El Petacal no existen permisos conocidos para siembra experimental, piloto o comercial. En el apartado de Zonas Restringidas, cuando uno entra a los rubros de ubicación geográfica de centros de origen y diversidad (COD) y de zonas libres aparece la leyenda “está en construcción la pagina”. La información simplemente no existe.

Todo esto nos pone cara a cara con una situación muy curiosa: para los ojos de las instituciones públicas responsables del conjunto de actividades relacionadas con los organismos genéticamente modificados dichos sembradíos no son ni existen, puesto que no aparecen declarados o registrados en sus listas, que son las oficiales. Lo que en los hechos es evidente para el Derecho es ficción.

Los casos de contaminación transgénica en el campo mexicano no son nuevos, por lo que a nadie le parecería extraño que estuviésemos ante uno más. Seguramente muchos pensaran en presunciones iuris tantum y dirán que los sembradíos encontrados en Jalisco constituyen una avanzada y un nuevo punto de contaminación. Quienes lo digan lo harán con toda legitimidad. A la empresa le tocará probar lo contrario y a las autoridades imputar las responsabilidades correspondientes. No debemos olvidar que México es centro de origen y diversidad de otros cultivos, no sólo de maíz.

Lo anterior viola las obligaciones expresas de informar a la población y actualizar permanentemente el Registro Nacional de Bioseguridad. Tanto en la ley de bioseguridad como en su reglamento se menciona que es obligación de las Secretarías de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (SAGARPA), de Medio Ambiente y Recursos Naturales (SEMARNAT) y de Salud (SSA), en el ámbito de sus respectivas competencias, enviar al Registro sin demora las solicitudes una vez integradas (con todos los requisitos), igualmente tratándose de permisos, coordenadas UTM, COD, zonas libres, estadísticas, etc.

Aunado a esto, es palpable la violación a los deberes de monitoreo e inspección consagrados en la ley de bioseguridad y en la NOM-056-FITO-1995, en la que se establecen los requisitos fitosanitarios para la movilización nacional, importación y establecimiento de pruebas de campo de organismos manipulados mediante la aplicación de ingeniería genética.

Dado que no existe información en los registros oficiales, es posible presumir que la presencia y actuación de Monsanto en la región es ilegal, por lo dicha empresa, en justicia, sería merecedora de sanciones, infracciones, medidas de seguridad y penas (tanto por la contaminación del ambiente como por el daño a los animales y cultivos propiedad de los habitantes, al igual que a la salud de éstos).

Los cultivos en su mayoría carecían de protección por mallas o algún otro elemento. Algunas mallas estaban desgarradas y sólo unas cuantas estaban tapadas, lo cual viola la NOM-056-FITO-1995, en la que se establece que se debe contar con el permiso de liberación para el uso de un producto manipulado fuera de los límites de un confinamiento físico normal de un recinto cerrado, laboratorio, invernadero, fermentador o cualquier otra estructura cerrada. Este permiso de liberación excluye expresamente la venta comercial y debe contar con mecanismos de destrucción de los sembradíos que se realicen.

El cementerio transgénico claramente refleja la negligencia con la que actúa la empresa en lo relativo a la destrucción de los sembradíos y sus productos, violando las normas y favoreciendo la diseminación de las semillas de los productos con los que se encuentra experimentando.

Este lugar transgrede normas de salubridad, pues constituye un relleno sanitario de facto que desemboca en sitio contaminado[1], con agentes infecciosos al aire libre. Lo anterior vulnera objetivos expresos de la Ley General para la Prevención y Gestión Integral de los Residuos: prevenir la contaminación de sitios, mismos que en el caso son manejados de forma insegura y ambientalmente inadecuada, así como la NOM-056-FITO-1995 y la NOM-083-SEMARNAT-2003, sobre especificaciones de protección ambiental para la selección del sitio, diseño, construcción, operación, monitoreo, clausura y obras complementarias de un sitio de disposición final de residuos sólidos urbanos y de manejo especial, que establece la obligación de las empresas que solicitan un permiso de liberación de tomar las medidas necesarias para evitar la contaminación y diseminación de los productos agrícolas que estén manejando. Además, el cementerio transgénico genera plagas que repercuten en la salud de la población y en la de los animales regnícolas.

Existe un segundo cementerio transgénico al que no pudimos acceder por estar cercado. Sin embargo, vecinos de El Petacal nos contaron que los residuos son lanzados al río indiscriminadamente, situación que de igual manera menoscaba los objetivos de la ley de residuos, pues se trata de residuos incompatibles, agentes infecciosos, residuos peligrosos y residuos de manejo especial. Asimismo, Monsanto es responsable solidario en la remediación de los sitios contaminados, así como en la reparación de los daños causados por afectaciones a la salud, todo ello según lo dispuesto por la propia ley de residuos. Por supuesto que en este caso también se vulneran normas expresas sobre medidas de seguridad y de control, en especial las relacionadas con inspección y monitoreo.

En la estación final de cultivo es visible una lona con logotipos de Monsanto y el Comité Estatal de Sanidad Vegetal de Jalisco (CESAVEJAL) que menciona lo siguiente: “Esta empresa se encuentra en proceso de certificación en sistemas de reducción de riesgos de contaminación en la producción primaria de alimentos de origen agrícola establecidos por el SENASICA”. Con referencia a esto, se observa la falta de inspección y monitoreo de este procedimiento de reducción de contaminación por parte de las dependencias responsables. Además de que la sanidad e inocuidad vegetal son prácticamente nulas, ya que los focos de plagas creados contaminan la región y la CESAVEJAL es la encargada, precisamente, de vigilar la reducción de plagas.

 

Existen roedores, aves e insectos que excavan para llegar a los desechos y alimentarse. Cuando salen, además de que se reproducen con las afectaciones originadas por la alimentación transgénica, llevan consigo semillas que diseminan por la región contaminando otras propiedades, cultivos, animales, biodiversidad etcétera. No existe ninguna medida de seguridad que impida esto, no existe inocuidad y claramente se viola la idea misma de “bioseguridad” ya que en todo caso no se previenen, reducen ni evitan los posibles riesgos para la salud, al ambiente y la diversidad biológica.

4. Una gran hacienda ha sido erigida por Nutrilite (marcada como E-1). En una de sus paredes se citó un pasaje de la Biblia, como si las actividades de su rancho fueran “actos de Dios”, comentan al pasar nuestros anfitriones. No es suficiente con atacar al sujeto en su corporalidad y en todo lo que deviene con su ser comunitario; se hace necesario vulnerar sus creencias y utilizar su fe en su contra.

ISAIAS cor. 4 vers 18-20:

“Abriré ríos en los altos montes y fuentes en medio de los valles, pondré en el desierto estanque, en la tierra árida corriente de agua y en el despoblado yermo plantare Cedros y Acacias, Mirtos y Olivos juntamente para que vean, conozcan, entiendan y comprendan todos, que por obra de Dios se ha hecho todo esto.

Porque haré brotar aguas en el desierto y ríos, en el yermo para dar de beber a mi pueblos. Esto es Palabra de Dios.”

El pasaje está mal citado, pues su ubicación correcta es Isaías 41:18-19 del Antiguo Testamento.

5. Con su llegada, Nutrilite y Monsanto han disuelto la historia local del cerro encantado. El diablo guardián de “la puerta del Petacal” ha sido sustituido por el afamado rancho orgánico de Nutrilite y los viveros de innovación biotecnológica de Monsanto. La comunidad que alguna vez fue la antesala del cerro encantado, y que lo es aún ahora en el recuerdo de quienes se niegan a renunciar a su memoria histórica e identidad cultural, se enfrenta con la cruda realidad del cerro embrujado, inaccesible y aislado. La comunidad confronta los nuevos demonios que le recitan pasajes bíblicos en el mismo movimiento con el que desvanecen la solidez de sus leyendas, tradiciones y vínculos ancestrales.

Los habitantes de El Petacal y de otras comunidades vecinas son ilegales en su propio cerro, al que miran detrás de mallas metálicas resguardadas por la amenaza puesta ahí por las propias autoridades mexicanas: “Unidad de Manejo Ambiental ‘El Edén’. Se prohíbe el ingreso, la cacería y la tala de árboles. Son delitos federales.” Atravesar la puerta de El Petacal se ha vuelto un privilegio vedado para las mayorías en nombre del desarrollo social, el empleo, el cuidado del ambiente y el resguardo de la biodiversidad. Lo curioso es que el Estado mexicano haya elegido como garantes de ello a empresas como Nutrilite y Monsanto, en vez de mirar primero las necesidades reales de las comunidades aledañas al cerro encantado y de respetar y apoyar su autonomía y sus procesos autogestivos.

Por cierto, como para aderezar nuestra visita, logramos constatar que desde El Petacal se visualizan los “Bioparques” en los que poco tiempo antes habían sido encontradas 275 personas laborando en condiciones de esclavitud (Bioparques de Occidente enfrentará investigación criminal: Almaguer, visible aquí).

6. En octubre pasado, tras décadas de lucha, los ejidatarios de San isidro lograron recuperar 280 hectáreas de la hacienda “El Petacal”, las cuales les habían sido otorgadas por resolución presidencial de Lázaro Cárdenas desde 1939. “…se reconoce el derecho de la comunidad de San Isidro a que se cumpla o ejecute la totalidad de la resolución presidencial que les reconoció en 1939 la propiedad de 536 hectáreas, de las cuales 280 hectáreas están invadidas en la total ilegalidad por la empresa NUTRILITE conocida internacionalmente como AMWAY.” (La comunidad indígena de San isidro, Jalisco demuestra derecho, gana juicio, visible aquí).[2]

Carla Sofía Loyo, Hugo Hernández y Raymundo Espinoza

Colectivo de Abogados Solidarios CAUSA

Notas

[1] Se trata del lugar, espacio, suelo, cuerpo de agua, instalación o cualquier combinación de éstos que ha sido contaminado con materiales o residuos que, por sus cantidades y características, pueden representar un riesgo para la salud humana, para los organismos vivos y para el aprovechamiento de los bienes o propiedades de las personas.

[2] Para una historia detallada de este despojo de más de setenta años puede consultarse en reportaje de Alberto Osorio “No nos han dado la tierra”… en Proceso (visible aquí).