El maíz es la vida de millones de campesinos cuyo centro civilizatorio milenario es la comunidad y la vida en la siembra. Siendo México centro de origen del maíz (uno de los cuatro cultivos cruciales para la humanidad), los ataques al maíz y a los pueblos que lo cultivan en el sistema-milpa, son un ataque contra las estrategias más antiguas y con más posibilidades de futuro de la humanidad.

Con el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) el Estado mexicano comenzó un permanente desmantelamiento jurídico de las leyes que promovían derechos colectivos y protegían ámbitos comunes, en particular los territorios (tierra agua, recursos) de los pueblos indígenas y campesinos. Desmanteló también los programas, proyectos y políticas públicas que apoyaban la actividad agrícola, en detrimento de los pequeños y medianos agricultores mexicanos y en beneficio de la agricultura estadounidense, industrial, de las corporaciones.

El fin último de este ataque es erradicar la producción independiente de alimentos. En todo el mundo, las grandes corporaciones, en complicidad con los gobiernos, se han propuesto criminalizar la ancestral estrategia de resguardar e intercambiar semillas nativas con total libertad. En cambio promueven el cultivo y comercialización de semillas de laboratorio (híbridos, transgénicos y más), con sus paquetes de agrotóxicos, mediante leyes que en México promueven la potencial contaminación transgénica de 62 razas y miles de variedades, y despojarán de su diversidad a las semillas nativas al certificarlas y someterlas a propiedad intelectual.

Esta violencia agroindustrial profundiza la devastación del campo mexicano, la emigración, la urbanización salvaje y la invasión de los territorios indígenas y campesinos, para la minería, la privatización de grandes cuencas de agua, los monocultivos, la deforestación y la apropiación de grandes extensiones forestales mediante programas de “simulación ambiental”.

El sistema que pretende erradicar la producción independiente de alimentos, monopolizar la rentabilidad del maíz y encarecer sin fin los precios de los alimentos, es también responsable de un 45-57% de los gases con efecto de invernadero.
En cambio, las comunidades campesinas e indígenas y los agricultores en pequeña escala siguen produciendo un 70% de los alimentos del mundo, y su actividad agrícola podría enfriar la tierra si defendemos las comunidades con control territorial y autonomía.

ORGANIZACIONES PROMOTORAS

La Red en Defensa del Maíz (con comunidades y organizaciones en 23 estados), el Centro de Estudios para el Cambio en el Campo Mexicano (Ceccam), el Colectivo Coa (Jalisco), el Grupo ETC, el Centro Nacional de Ayuda a Misiones Indígenas (Cenami), GRAIN, la Organización de Agricultores Biológicos (Oaxaca), la Unión de Organizaciones de la Sierra Juárez de Oaxaca, La Vía Campesina (América del Norte), Unión de Campesinos del Norte de Guanajuato, Kaykab Fruto Amargo (Chiapas), Unión Indígena Totonaca Nahua (Puebla), Consultoría Técnica Comunitaria (Chihuahua), CREO, AC (Veracruz), EDUCE AC, Comités de la defensa de las Semillas de la Península de Yucatán, Organización Indígena en Defensa de las Semillas Nativas Ka Kuxtal Much Meyaj, UNORCA, Unión de Científicos Comprometidos con la Sociedad, entre otras organizaciones. Organización Indígena Campesina Magisterial y Popular de Michoacán, Organización Campesina Emiliano Zapata (Chiapas), Organización Proletaria Emiliano Zapata (Chiapas), Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra de Atenco, Totikes (Chiapas), 12 etnias (Chiapas), Frente Campesino Popular (Chiapas), MDC (Chiapas), UGOCP (Chiapas), Organización Obrero Campesina Emiliano Zapata (Oaxaca), Nación Tenek (San Luís Potosí), Nación Xi-Iuy (San Luís Potosí),  MLN-Michoacán, MLN-Morelos, Organización Política del Pueblo y los Trabajadores.